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CARTA A L. T.

Laredo, noviembre 16 de 1988

Sr. L. T.
M.

Querido ...:
Supe que estuviste hospitalizado y que has perdido varias libras de peso. Es mi petición a Dios que ya estés mejorado y que muy pronto estés totalmente bien. No te acobardes por muy mal que te sientas, pues un buen estado de ánimo es esencial para vencer cualquier enfermedad.
Dios mediante, en diciembre iré a pasar unos días por allá y espero que para ese tiempo ya hayas rebasado la crisis por la que atraviesas. Me gustaría disponer de algún tiempo para conversar contigo sin apuros.
Sé que tu condición de católico ha sido un poco modificada debido a la influencia del movimiento carismático, pero no sé hasta donde retienes todavía algunos conceptos y costumbres tradicionales de tu iglesia. Si ya has comprendido lo que te voy a decir, mucho mejor; si no, qué bueno que medites en lo que te expongo.
Quiero hablarte de la devoción a María, que es uno de los pilares del catolicismo, y que parece algo noble, puro y lógico, pero que en realidad no es así.
Que María fue una mujer excepcional es indiscutible. Ella fue santa, pura, llena de gracia y de todas las bendiciones que pueden caber en un ser humano, y por tanto debemos honrarla imitando sus virtudes; pero de eso a tenerla como «Reina del Cielo», «Medianera», «Coredentora», etc. etc. hay una diferencia grande y peligrosa.
Muy distinto a lo que enseña el catolicismo, y otras iglesias que han seguido sus conceptos, la Biblia enseña que la resurrección de los muertos, el juicio final y la recompensa de los justos e injustos será en el tiempo del fin (Dan.12:13; Jn.6:54; 1Tes.4:16), por tanto, todavía todos los muertos están muertos, así que hasta ahora ninguno de ellos está en el cielo ni en el infierno, y María no es una excepción. Además, la Biblia prohibe rigurosamente la invocación a los muertos (Deut.18:11 y 12) y María, Pedro o Pablo no son una excepción.
El desconocimiento de la Palabra de Dios, y la desobediencia, ha dado oportunidad al enemigo de nuestras almas para engañar a las multitudes. Lo mismo una sesión espiritista en que se pretenda la comunicación con un difunto, que una invocación a un difunto, aprobada por el papa, pueden ser aprovechadas por el engañador para confundir a los desobedientes. Ni el delincuente que mataron en un antro de vicio, ni el devoto que murió después de recibir los santos óleos, ni el mártir de antaño, están conscientes para escuchar a los vivos o interceder por ellos, pero el diablo sí puede disfrazarse de María, Teresita, Don Bosco o Juan de los Palotes para hacer milagros, contestar peticiones o conceder una «entrevista personal» a través de un medium.
No te recomiendo que rechaces la buena voluntad de tus familiares o amistades que rezan a San Fulano o a San Ciclano en favor de tu salud, pero sí quisiera que tú, si no lo has hecho aún, te libres de todas las supersticiones que opacan el culto que rindes al único y trino Dios. Jesucristo sí es Dios, pero una imagen de Jesucristo no es Jesucristo, y una hostia consagrada tampoco es Jesucristo mismo. Dios no requiere que se le represente mediante objetos materiales; El demanda que se le adore en espíritu y en verdad. Jn.4:23 y 24.
Dicen que de lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso, y de la misma manera muchos no advierten la diferencia entre una adoración legítima y una superstición abominable; pero la diferencia existe, y no es lo mismo lo ridículo que lo sublime.
No sé si he logrado hacerme entender, pero ¡cuánto quisiera, no sólo que me entendieras, sino que aceptaras lo que te digo, no como palabras mías, sino como verdades bíblicas que pueden ayudarte a mejorar tu relación con Dios!
Estoy orando por ti; no sólo por tu cuerpo, sino por ti todo. Espero que tú también ores por ti mismo, y por mí.
Daniel sigue mejorando y los demás estamos más o menos bien. Dale saludos cariñosos a ....
Sabes te quiere,

Ventura.